La naturalidad contra la impostura.

Tengo un radar.
Un radar especial con el cual detecto la impostura, la falsedad y el engaño. Por desgracia una parte de mi mundo en el que me muevo es así (otra gracias a Dios no), pero con el paso de los años he desarrollado la cualidad de saber cuando algo es natural y auténtico o fingido e impostado. 
No me la cuela nadie, os lo aseguro. 
Mi marido me llama bruja pero se fía de mi como de su mejor manager, me pone malas caras y me regaña pero acaba siempre haciéndome caso y lo que mas me gusta, dándome la razón (y me vuelve a llamar bruja)…
Mis hijos se enfadan conmigo, no les gusta que les prevenga de lo que les va a pasar y piensan que es negatividad lo que solamente es pragmatismo, sabiduría y vivencias, muchas vivencias…
Veo venir a la gente, no me llevo desengaños y odio las sorpresas. Prefiero prevenir que curar y si tengo que curar, que sea porque a mi me dio la gana y aún viéndolo venir le di una oportunidad.
A la gente no le gusta la impostura ni los amaneramientos ni que nadie vaya de lo que no es. 
Odian a aquellos que van de divinos y de cool viniendo en algunos casos de las capas o estratos mas bajos de la sociedad ( o como mínimo no de los mas altos). 
Los detectan enseguida y creedme, se ríen de ellos, no logran engañar a nadie.
La gente ama lo natural, lo auténtico, aquello con lo que se pueden identificar. Premian que alguien que pudiéndolo tener todo y mirar a cualquiera por encima del hombro(si eso fuera una consideración, que no lo es) sean capaces de departir y hablar de recetas de cocina o de las miserias de su vida como si fueran la vecina del quinto. Porqué no?
Aman a la gente que sufre y muestran sus debilidades, a la gente imperfecta, la que comete errores y pide perdón. La que habla de sus miserias sin contemplaciones, la que no le importa lo que la gente pueda pensar de ella. La que engorda 5 kilos y se regodea y presume de carnes y hermosura, la que se retoca y lo grita a los cuatro vientos.Esconder estas cosas cuando son tan obvias no es otra cosa que falsedad o falta de confianza en uno mismo y baja auto estima.
Me viene a la cabeza muchos nombres de gente famosa y autentica que merecen mis respetos profundamente. Unos son amigos míos, otros simplemente conocidos y otros agradables descubrimientos que he podido disfrutar los últimos tiempos.
El pasado sábado estuve en la comunión de mi sobrino Fran en la cual tuve el placer, el honor y el gustazo de conocer a Ana Rosa Quintana, una profesional a la que admiro profundamente y que de todos es sabido porque ha salido en los medios, es la presentadora mejor pagada de Europa y para mi, la mejor.
Es divina. Guapa, inteligente, excelente conversadora, madre ante todo, cocinera, anfitriona y muy muy simpática. Pocas personas me han intimidado tanto como Ana Rosa, mas bien ninguna, y como una tonta le repetí no se cuantas veces lo que la admiraba y que todos los días la veía.
Que humildad, que sentido del humor, que capacidad de autocrítica y de reírse de uno mismo, de no tomarse demasiado en serio. Adorable, lo tiene todo.




Por otra parte mi último descubrimiento ha sido Katia Aveiro, la hermana de Cristiano Ronaldo. Me conmovió profundamente oírle contar sus necesidades cuando eran pequeños, las condiciones en las que vivían y lo felices que aún así fueron. Me pareció de una honradez supina y de una generosidad desbordante que nos hablara de su hermano, una súper estrella mundial, como aquel niño que no tenia regalos de Reyes y que tenía el sueño de comprarle a su madre la casa que merecía. Inconmensurable estuvo Katia.
De entre mis amigos más íntimos Jorge Fernández y Silvia Jato, dos auténticos cracks de la comunicación pero mucho más Cracks como personas, padres y amigos. Naturales, simpáticos y muy comprometidos con los problemas de la sociedad.



Y hablando de naturalidad y poca afectación no me puedo olvidar y no debiera de ninguna manera de nuestro Rey (ya ex-Rey?), que se ha ganado el corazón de los españoles durante mas de 40 años siendo autentico. Al Rey se le podrán criticar muchas cosas pero nadie podrá nunca decir que no estuvo cercano al pueblo, que no se hizo querer, que no lloró y sufrió siempre con nosotros, que no bromeaba sobre sus achaques, muchos y sus imposibilades últimamente. Que no tenía un gran sentido del humor y los suficientes reaños como para mandar callar delante de todos a un jefe de estado. Le hemos visto hasta arriba de chapapote, empuñando el bastón de un patriarca gitano y poniéndose las gafas de Caiga quien caiga. Pidiendo perdón por los elefantes y llorando ante la catástrofe de los trenes de Madrid….



El Rey es insuperable e inigualable y por muy bien que lo haga Felipe VI, que estoy segura de que lo hará bien, nunca podrá igualar el carisma, la naturalidad y simpatía de su padre.

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